lunes, 27 de octubre de 2014

Sólo iba a verte

Ya te lo comentaba esta tarde, sólo iba a tu Casa, a nuestra Casa a verte, sólo por verte. Como siempre. 
No iba en busca de la gloria de una victoria, del consuelo de un empate o de la desazón de la derrota. Nada de eso. Iba, como siempre, a verte, a disfrutar de cada una de las estancias de tu Hogar, nuestro Hogar. De cada esquina, de cada curva, de cada asiento, de cada invitado como yo. 
Y no es que me diera igual lo que pasara, es que yo iba tan sólo por verte. Pero tú te empeñaste en agradar, con cierto suspense, aunque con la seguridad que tu Casa, nuestra Casa, la preside desde su frontispicio semejante lema que para tantos pasa desapercibido, hasta que vuelven la vista atrás y, al salir, leen: "DICEN QUE NUNCA SE RINDE..." A mí casi se me pasa... 
Sin embargo, soy de los tuyos, soy tuyo y allá que me señalaste, apuntando hacia arriba, para refrescar memorias enervadas por el momento, y no tardarían hacer efectivo el dicho que otro club, también levantino, llegó sin enterarse para hacerlo efectivo , otra vez, tarde... 
Yo sólo vine para volver a verte, para disfrutar del orgullo de una Giralda testigo fiel de tu estancia en sus dominios a los que te empeñaste, de nuevo, en honrar con tu propia gloria. 
Pero yo, te reitero Sevilla mío, sólo regresé a Sevilla, para volver a verte. Gracias por invitarme a volver otro día, cuantos desee, a ese salón inmenso donde lo onírico y la realidad se confunden; al marco en el que observador e imagen son un todo indistinguible, indivisible, a ese lar donde tu y yo diluimos nuestra presencia en una sola que es la tuya. 
Regresaré, porque habré de recuperar el aliento por el que mi voz se confundió en tu esencia, y mi vida, como siempre ocurrió, no es más que tú, mi Sevilla Fútbol Club.

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