viernes, 19 de septiembre de 2014

Biris o el privilegio de Nervión

Pocos partidos aún se han visto en el Estadio Ramón Sánchez Pizjuán la presente temporada. AcabaMOS de empezar, y enfatizo esa primera persona del plural.

Y lo hago porque no es normal lo que este año año se está viendo en Casa, en NUESTRA Casa. ¡¡Imponente!! Algo al filo de lo inusual es lo que Los Biris ponen en marcha apenas van tomando posición de SU GOL NORTE. En una extraña y archireconocida especie de batuta imaginaria se tornan sus voces, filtrándose por cada rincón del Estadio, entre las briznas de césped, desde las barras de los bares bajo las gradas hasta los recovecos más insignes del Palco Vip Juan Arza.

Escalón a escalón del Estadio del Barrio de Nervión van ascendiendo sus cánticos, sus palmas, el percutir de sus bombos, el sonido de su incansable speaker, cada rima de sus letras, la insuperable sensación de asedio al rival que su presencia desde SU GOL NORTE trasladan a cada localidad del Estadio, que vive en plan espectáculo lo que debe hacer sentirse al rival cual sparring rodeado en un rincón del cuadrilátero, se halle por donde quiera que el balón vaya rodando.

De grada a grada van las voces convocándose unas a otras con inicio en ellos:  
¡¡¡FORZA SEVILLA CAMPEÓN!!! ...
¡¡¡LOLOLOLOLOLO!!!...
Y los vellos se erizan hasta atravesar las camisas. El Estadio Ramón Sánchez Pizjuán parece meterse todo enterito dentro de ese corro que nuestros jugadores hacen antes y después del partido, para conjurarse pase lo que haya pasado, para que se vuelva a repetir, para que no vuelva a pasar, para que el límite del graderío se rompa por un instante, y para que ese SEVILLA FUTBOL CLUB, que somos todos, se torne en ese único cuerpo que sabe que cada uno de sus órganos realizará a la perfección la función encomendada por su propia naturaleza.

Unión parece significar este Sevilla Fútbol Club y eso multiplica las posibilidades de triunfo incluso fuera de Casa. Como si el eco de esa voces de anoche, por ejemplo, se lo llevasen cada integrante de nuestra plantilla allá donde toque jugar. Como una clase de latir interior que empuja a correr más, a hacer más, a intentarlo más, a no rendirse nunca.

Dicen que nunca se rinde... ese tópico que se convirtió en seña de identidad, y del que algunos poco caso hicieron como si el minuto 93 no fuese a llegar nunca...

¡Aquí no se rinde nadie! Y para evitarlo se apela al alma de cada cual, a tener sangre y sacarla, a sentirse aupado desde esa voces que llegan del Norte y te requieren a ese último esfuerzo en el que va a llegar lo que se busca, lo que es nuestro, de todos, merecido o no porque el balón no entiende de merecimientos, no tiene alma, sólo el ímpetu que le ponga quien lo reciba en sus pies, en su cabeza, a esa parte cualquiera del cuerpo que lo empuje tras esa línea blanca que separa el éxtasis de la gloria de aquello que Aragonés llamó “quedarte con cara de gilipollas” (no hay mejor definición), y que tras ese traspasar o no esa raya de cal retorne a sonar de nuevo
 ¡¡¡SEVILLA, SEVILLA, SEVILLA!!!

Y así un partido, y otro, y otro... y desde 1890 así...y desde 1975 así. La gloria en la historia de ayer, en el presente de hace, ya pronto, casi 40 años...

¡¡¡FORZA SEVILLA!!!
UN SÓLO GRITO SERÁ
EN EL MÁGICO GOL NORTE
DEL RAMÓN SANCHEZ PIZJUÁN.

Gracias Biris, (y felicidades por anticipado, casi cuarentones ;-) )

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