jueves, 20 de octubre de 2011

ETA cayó y calló



(Este blog es de fútbol y de sevillismo, pero permitidme estas pocas palabras. Hoy España sí que ha ganado de verdad)
Y ahora prudencia, justicia y generosidad. Sí generosidad. Pero vamos con el concepto central: prudencia.
Prudencia porque hace ya alguna década, IRA ese grupo paramilitar irlandés que aterrorizó durante siglos la convivencia en las Islas Británicas, decidió un buen, un buenísimo día como hoy, poner fin a siglos de violencia motivados por argumentos que la historia guarda para sí, y que yo no voy a valorar ahora.
Y ese mismo IRA, al que ETA tomaba como ejemplo y pretendía extrapolar su ¿legítimo? uso de la violencia para justificar el propio, pues el IRA desaparecía. Pero como ahora, estoy seguro, en ETA también ocurre, dejó esquirlas en el aire que terminaron incrustándose y sesgando vidas y integridades físicas y psíquicas de algunas personas que caminaban por Omagh (alguna de ellas españolas). Era agosto de 1998 y una escisión del IRA denominada el IRA Auténtico, contrarios a los Acuerdos de Paz del Viernes Santo, demostraba que no estaba todo el camino andado. Por eso reclamo en este aspecto prudencia.
Pero también reclamo prudencia en otro sentido: prudencia a la hora de administrar la generosidad que el pueblo español esté dispuesta a poner encima de la mesa, para que esto acabe de una vez por todas.
Hay demasiada sangre inocente derramada; demasiados futuros coartados antes de tiempo; demasiados proyectos de vida, de hace años que aún  hoy duran, incomprensiblemente finalizados por balas o bombas cobardes; demasiados miedos sostenidos en el tiempo y por mucho tiempo de los que seguir dudando. Hablamos de ETA, ¿cuántas treguas no fueron más que periodos de rearme? Y este comunicado, por impactante que nos haya resultado, lo proclaman los mismos que mintieron en las mismas ocasiones. Prudencia,  porque es mucha la memoria que hay que honrar del lado de una más que irresignable comprensión.
Y prudencia a la hora de administrar y ejecutar la justicia que marcan nuestras leyes. Los crímenes efectuados fueron siempre bajo el signo del terrorismo, reclamados por una banda terrorista contra la que dotamos a nuestro Ordenamiento Jurídico de una Ley Antiterrorista que es la que le es de aplicación con toda su contundencia.
Con todo, volvemos a lo anterior, a la generosidad (no confundamos con el pago, por más que resulte difícil diferenciar) que merezca el futuro de España y de todos y cada uno de los españoles allá dónde nos hallemos.
Pero ETA ha caído y ha callado, su voz y sus armas; sus principios y su historia; sus pretensiones de aquella sacristía de los años sesenta, y su arrogancia de Argel o de Zurich amedrentando a nuestros representantes, cada vez que consiguieron que un representante de ESPAÑA entera se sentara frente a ellos; su cartelería por las carreteras vascas escondiendo paquetes bombas, y sus escuálidos cuerpos en hospitales reclamantes de unos derechos que sólo una imaginación podrida suponía que le estaban siendo negados.
Y ESPAÑA HA VENCIDO con todo el sufrimiento que le costó en las vidas de los suyos, en las vidas, incluso, de otros que pasaban por ahí y nada tenía que ver en todo esto (gendarmes franceses, inmigrantes en la T4, turistas…).
ESPAÑA ha vencido por sí misma. Porque sí, sí ha habido vencedores y vencidos, por más que el mundo etarra soñase con un empate no sabemos a qué.
ETA ha perdido, ha sido vencida a base de mucho, de demasiado, de darles con toda nuestra confianza en la DEMOCRACIA, en la JUSTICIA, en la LIBERTAD y en la PAZ en toda la boca cada  vez que quisieron hacernos hincar la rodilla. Nunca, jamás se ha rendido ESPAÑA, porque no había ningún ejército enemigo, tan sólo una banda de criminales.
Habrá quién le diga adiós a semejante panda de asesinos. A mí, sólo y bien grande, tan sólo me sale dirigirme a casi 900 almas que hoy habrán visto que mereció la pena aguantar, a miles de familias que este 20 de octubre estarán mirando al cielo buscando lo que no esperaban que les robaran con semejante brutalidad, a otros tantos miles de personas que quedaron lastradas de por vida por el eco y la metralla de unas bombas equivocadas de sitio, de siglo, de objetivo, de sentido en su propia existencia de tener que ser estalladas, y a todos ellos decirles de nuevo, cuánto seguimos sintiendo tanto sufrimiento y, sobre todo, MUCHAS GRACIAS.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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