Eso dice Del Nido, y lleva razón razón, Somos ni más ni menos que el SFC, el que se clasifica para la previa de Champions y que cae por sí mismo; el que lleva tres presencias en semejante competición; el que es bicampeón de la UEFA; el que ha ganado dos Copas del Rey en apenas tres años; el que de Supercopas nacionales y españolas también entiende.
Pero somos el SFC, el mismo del que se ha recordado en algún sitio aquello de la casta y el coraje.
Y todo eso nos compete a todos. A quienes cayeron sobre el cesped ante el SC Braga, a quienes aguantamos hasta el final, y a quienes se marcharon antes de tiempo. De estos últimos, algunos sí tuvieron paciencia para esperar que un título europeo entrara por nuestras puertas a las 3 y pico de la madrugada, para eso sí hubo paciencia, para eso sí hubo sevillismo...
Y alguien debía recordarles, a unos y a otros, que aquí se está para todo; que aquí si hay que morir se muere con todo el sudor, la sangre y las gargantas vertidas en nuestro cesped, en nuestras gradas. Así sí. Así se puede caer. Aunque así en Sevilla sea muy difícil caer.
Indolencia arriba, en la grada, e indolencia abajo, en el césped, a nada nos lleva. Y el martes ante los ilusionadísimos portugueses (a mí esa ilusión me resultó familiar), tan sólo los de siempre, los Biris arrimaron el hombro y el alma.
Escucharles al final ese grito: ¡ahora más que nunca Sevilla Fútbol Club!, debió destrozar el sentir a más de uno de esos que enfilaban los vomitorios de sus gradas (¿por qué se llamarán vomitorios?).
A mí, personalmente, me inflamaron el ánimo, y sólo quiero volver a ver los míos el próximo sábado, mientras esperamos el inicio de una nueva UEFA, de la nueva UEFA en nuestro Estadio, para retornar a reconstruir nuestro sueño, el Sevilla Fútbol Club.
Pero somos el SFC, el mismo del que se ha recordado en algún sitio aquello de la casta y el coraje.
Y todo eso nos compete a todos. A quienes cayeron sobre el cesped ante el SC Braga, a quienes aguantamos hasta el final, y a quienes se marcharon antes de tiempo. De estos últimos, algunos sí tuvieron paciencia para esperar que un título europeo entrara por nuestras puertas a las 3 y pico de la madrugada, para eso sí hubo paciencia, para eso sí hubo sevillismo...
Y alguien debía recordarles, a unos y a otros, que aquí se está para todo; que aquí si hay que morir se muere con todo el sudor, la sangre y las gargantas vertidas en nuestro cesped, en nuestras gradas. Así sí. Así se puede caer. Aunque así en Sevilla sea muy difícil caer.
Indolencia arriba, en la grada, e indolencia abajo, en el césped, a nada nos lleva. Y el martes ante los ilusionadísimos portugueses (a mí esa ilusión me resultó familiar), tan sólo los de siempre, los Biris arrimaron el hombro y el alma.
Escucharles al final ese grito: ¡ahora más que nunca Sevilla Fútbol Club!, debió destrozar el sentir a más de uno de esos que enfilaban los vomitorios de sus gradas (¿por qué se llamarán vomitorios?).
A mí, personalmente, me inflamaron el ánimo, y sólo quiero volver a ver los míos el próximo sábado, mientras esperamos el inicio de una nueva UEFA, de la nueva UEFA en nuestro Estadio, para retornar a reconstruir nuestro sueño, el Sevilla Fútbol Club.
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