sábado, 6 de junio de 2009

El 15 de Junio

Soy sevillista, supongo que ya lo saben. Pero lo que sigue a continuación, aunque parezca que no me incumbe, sí que me importa por la razón de que soy sevillano, de pueblo, pero sevillano, que podría ser madridista, del Barça, del Atlético de Madrid o simplemente no gustarme el fútbol y no tendría por qué entender ni aceptar lo que está ocurriendo.
Y me importa porque me parece excesivo hasta dónde está llegando el caso del club de esta ciudad que acaba de bajar a la Liga Adelante, esto es, hasta la apelación a los poderes políticos para que tomen cartas en el asunto a ver qué se consigue.
Y ese qué es importante porque la intencionalidad hay que aclararla. Quiero decir, ¿para qué se convoca una manifestación que ya ha tenido, al menos, una reunión previa con un líder político de la Capital de Andalucía?
¿Se convoca para pedir que se ejerza presión sobre el accionista mayoritario de la Sociedad Anónima verdiblanca y que abandone el barco vendiéndolo? O ¿se convoca para que se respalde, de algún modo, desde las instancias políticas a algún grupo, o particular, que desbanque a quien allá por el 92 fue recibido como un Mesías? ¿Cuál sería ese modo?
Hay que ser prudentes porque, con la invocación al poder público, no se debe obviar que dicho poder no maneja caudales privados, como los que permitieron que la afición del antiguo Benito Villamarín respirara tranquila en el archirepetido año 92. No, el poder político maneja caudales públicos, de todos. Y esto es aplicable a todos los equipos y clubes de la disciplina que fueren, comenzando por el propio Sevilla FC. Pero ahora le ha tocado al Club de las trece barras.
Y sí, ese Club es una institución en nuestra Capital, reconocido a nivel internacional, con seguidores en muchos casos de alto abolengo, prestigio y fama, con una masa social importantísima (por su número y por su fidelidad). Pero también es una sociedad anónima, como tantas otras y, a pesar de todos los sentimientos que arrastra, entiendo que no debe extrapolar sus asuntos más allá del ámbito de su condición de club deportivo, que sin olvidar su carácter de equipo señor, debe saber hacer sus reflexiones en su propio seno. Haciendo lo posible desde dicha instancia para evitar que su afición organice una expresión pública como la prevista que puede resultar insufrible para nuestra ciudad.
Y pensar qué ha fallado, cuando a principio de temporada el entrenador fue el que todos querían, y los jugadores los que se pidieron, y cuando hizo falta aparecieron primas para incentivar aún más el trabajo de quienes ya partían con el bolsillo bien calentito, y cuando hasta los medios de comunicación echaron alguna vez una manita para animar al personal hablando del equipo del Barrio de Heliópolis como el tapado de la Liga.
Dicen que doctores tiene la Iglesia, y en la planta noble(?) de esa Casa son muy devotos, de bustos y de imaginería, así que, si lo entienden conveniente, reflexionen señores, reflexionen.
Una última cuestión: un millar de personas se concentró ayer para pedir justicia para una paisana asesinada, ¿cuántos irán a pedir el qué por un club de fútbol?

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