En un verano que no está siendo, precisamente, el más feliz de mi vida, viniste tú de nuevo para revolucionarlo todo.
Tú, como siempre. Tú, el mismo de siempre. Tú el que sigue como
nunca. El que en lo irreconocible se hace inconfundible. Tú, mi Sevilla
Fútbol Club. Ni una palabra más, ni un segundo menos de historia.
Todo tú.
Y tendremos que sumarnos a tu revolución. A esa que formas en
las mentes, en los corazones, en las almas blanquirrojas que se tuvieron
que acostumbrar a esto de acomodar los síntomas del verano a la nueva
verdad que tú, el único de siempre, te has empeñado en acostumbrarnos y,
por nuestra parte, encantados de la vida, allá otros...
Toca volver a soñar, como dicen algunos, como si alguna vez
hubiésemos dejado de soñar desde aquel día, Antonio...
Y aquí estamos
contigo Sevilla, frase convertida en mítico verso de himno de leyenda. Y
estamos y estaremos, como se estuvo en Estoril, como estuvimos hasta
las 4 de la madrugada esperando un partido amistoso en Orlando, o como
te acompañó tu gente a las 12 de la mañana cuando un
avión te esperaba para llevarte a Trondheim. Sevillistas de finales
dicen que somos (aunque tambien dicen que estamos locos de la cabeza...).
Es lo que hay, sevillistas de finales porque es a lo
que llegamos, porque es a lo que aspiramos.
Así sea, porque así somos, puro pellizco de nervios a un rato de
otro serial de finales a mayor gloria de Sevilla, de Andalucía y de
España.
¡¡Viva el Sevilla!!
¡¡Viva el Sevilla!!
¡¡Viva el Sevilla!!
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