Sí, también, como siempre, por supuesto que hay que corear su nombre, el de Antonio Puerta en ese bendito minuto. Pero ¿por qué sólo en el minuto 16 y no cada vez que el SFC marque un gol?
Nos han tocado en el alma, en lo más profundo del alma. Unos pocos, no sé cuántos, siempre en el mismo sitio, siempre por el mismo motivo que ellos sabrán cuál es. Pero nos han tocado a uno de los nuestros que igual podría haber sido Berruezo, Ruiz Sosa o el mismísimo Arza. Le tocó a Antonio.
Por eso, a partir de ahora propongo que, cada vez que nos toque celebrar un gol, sea el nombre de Puerta el que resuene, que traduzcamos gol por Puerta. De ese modo, alguno, tal vez muchos, se enteren que significa respeto en Sevilla, en Andalucía. Que no somos los del minuto 16; que somos los que respetan a los suyos, los biennacidos de esta Tierra de María Santísima que saben ser agradecidos.
No era Puerta un goleador, aunque desde luego no se fue con su casillero a cero. Uno de los que marcó le convirtió en centinela de nuestra gloria, de la suya propia. ¡Bendita sea tu memoria Antonio!
Que Dios, tan grande como sevillista, perdone a quienes pretendieron ofenderte -reitero, pretendieron-. Cuando yo me entere que Él lo ha hecho, yo haré lo mismo, porque ahora mismo no sé cómo hacerlo.
P.D.- El problema de Dios es que cuando se acuerda que es sevillista se olvida de que es Dios, y entonces ya no sabe qué ser, si ser Dios o si ser Sevillista... para sentirse como Dios.
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