martes, 18 de agosto de 2009

Diana de ILUSIÓN

Situémonos en 2005, en el año de nuestro inolvidable, impresionante y envidiado Centenario.
¿Quién o qué nos llenó de ilusión? ¿Del Nido? ¿Monchi? ¿Juande Ramos? ¿La plantilla? ¿No sería con mayor exactitud el Sevilla Fútbol Club? ¿No seríamos todos los que estábamos y los que no?
No habíamos ganado nada, salvo nuestro sevillismo de cuna o aplicado en el alma por algún proselitista de corazón nervionense, de esos que no necesitan títulos ni fiestas para tener nuestro escudo como corazón.
Y llegó ese año, y nos vimos en la necesidad de mirarnos de otra manera, de obligarnos a meter todos el hombro para abrir caminos nuevos hasta entonces sólo expeditos para clubes de potenciales económicos y deportivos inaccesibles para nosotros.
El camino se fue andando... La ilusión fue la batería que llenó de energía nuestra brújula, y nuestro Norte comenzó a llamarse Europa con las letras cada vez más llenas de estrellas. Y lo escribimos una y otra vez, y así hasta seis veces hemos ido escribiendo en nuestra pizarra el nombre de Europa.
Nuestra armas fueron nuestra voz cada vez fuerte; nuestras banderas, cada vez distinta y siempre la misma; nuestra fe sevillista cada vez más imperturbable antes los envites de tantos que esperábamos entre nosotros y nos encontramos contra nosotros; nuestra ILUSIÓN...
Ahora comienza un nuevo sueño, otra oportunidad de hacer del ayer un hoy inesperado para muchos que sólo desean que nos estampemos contra nuestra impotencia, contra la que ellos piensan que es nuestra impotencia, la impotencia del tercero de la Liga, del quinto en coeficiente UEFO (y dicen que no hay quinto malo...).
Ese sueño hay que sublimarlo, arrancarlo de nuestra testarudez y hacerlo tangible en nuestro Estadio, en nuestro Ramón Sánchez Pizjuán. Dejarnos de cuentos, y volver a llenar la batería de nuestra brújula de su liquido esencial: de ILUSIÓN, y retornar nuestra Bombonera a ser el coso donde tantos y tantos han venido cayendo por más nombre que tuvieran, por más títulos que blasonaran, por más presupuesto que esgrimieran, por tanta impotencia que terminaron reflejando.
Toca diana de ILUSIÓN. Ni un hueco libre en Fondo, ni en Preferencia, ni en los goles, ni en los bares, ni en la Peñas.
Volver a saber que se puede, que el que llegue se va a encontrar a la Sevilla de siempre, pero también al Sevilla FC renacido en 2005. Al que no te deja respirar; al que te atosiga desde que pones los piés en el aeropuerto o en la Estación de Santa Justa; al que presiona hasta los tornos de la puertas en los Estadios que visita, al Sevilla FC que se sabe respaldado por su afición, por esa afición que cuando se pone parece infinita, se hace infinita, achucha como ella sola desde la grada y, vayan ganando o perdiendo, los rivales están deseando que todo acabe para pase de ellos el amargo cáliz de verse frente al Sevilla FC, el que recarga de ILUSIÓN las baterías de la afición que nunca acaba.
¡Qué toque ya la diana! ¡¡¡Que ya está aquí mi Sevilla FC!!!
¡¡¡Vamos mi Sevilla!!!
¡¡¡Vamos Campeón!!!

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