domingo, 17 de mayo de 2009

Cuando llegue la 2009/10

Cuando el año que viene vuelva a sonar el himno de la Champions League en el Estadio Ramón Sánchez Pizjuán, no sabemos si con o sin Jiménez en el banquillo, ¿en qué pensaremos? ¿De quién nos acordaremos? Tal vez de nada de lo que haya pasado este campeonato, ya en sus estertores; quizá seguramente de Jiménez si volvemos a verle, como así espero y deseo, al pié de su banquillo dirigiendo al Sevilla FC, porque él ha cumplido su objetivo: llegar hasta el lugar donde se vuelva a escuchar semejante himno, y todos lo escucharemos con él. Y volveremos a pedir su marcha echado o dimitido porque... porque habrá conseguido su objetivo a pesar de muchos.
Es lo paradójico de esto del fútbol que, cuando tenemos mucho, queremos más. Debe ser innato en el ser humano confundir la ambición con la pretensión desmedida.
¡Vamos poquito a poco! Porque así estamos donde estamos. Pero, sobre todo, vamos a unirnos porque esa filosofía nos llevó a títulos, esos que tanto gustan y que algunos ponen por delante de otras cosas.
Los títulos también (o sobre todo) los dan los resultados. Dos años y un día hace que ganamos un título por penaltis, y tres años y cuatro días que conseguimos otro igual jugando bien o muy bien y, sin ánimo de minusvalorar a los rivales. Porque esos rivales que no habían llegado por casualidad a esas finales como nosotros (y porque sería minusvalorar nuestras victorias), son equipos de segundo o tercer orden (Middlesbrought, Español, Getafe. A Barça y R. Madrid les derrotamos en pretemporada). Hoy lo que consta es que somos campeones de todo lo que todos sabemos y nos enorgullecemos.

Nos quedan dos partidos para que el sevillismo vuelva a sacarse su abono (quien pueda y quien le llamen de la lista de espera) para volver a sentarse ante Europa, para volver a intentarlo porque habremos tenido otra oportunidad. Y no creo que nadie, en ese momento, reniegue de nuestro Sevilla FC porque el modo de llegar hasta ahí fue el que haya sido.
Nos queda "na y menos" que dirían algunos, y un verano de espera. Ojalá, cuando se acabe la espera, en algunos no vuelva la desesperación.

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