¿Tendremos pan? ¿Tendremos vino?

De momento, parece que tendremos a Marcelino. Aquel Marcelino que enfrentaron hace algún tiempo a Jiménez. Al Marcelino que encandilaba desde no sé dónde al fútbol español, al Marcelino que ahora dicen que une al sevillismo. Ojalá sea cierto, buena falta hace.

Ya sólo falta que pase por sala de prensa, se anuncie su fichaje, y que los "entrenadores" de la grada le vayan dando su visto bueno o malo según resulte el partido, y nuestro carácter se adapte a su "filosofía" de trabajo. Pero, sobre todo, a sus resultados. A los mismos resultados que son los que dan los puntos, vengan o no acompañados de eso que llaman buen juego.

Habrá días de fútbol, goles, victorias, de gloria sobre el césped y rivales arrasados en el Ramón Sánchez Pizjuán. Eso es lo que se espera.

Aunque también habrá días de aburrimiento, de derrotas, de que con el SFC esten(mos) los de siempre, los que tenéis la oportunidad de pisar cada partido nuestro Coliseo Nervionense, y quienes nos tenemos que aguantar con los comentarios insoportables de los locutores de turno de radio o televisión.

El fútbol, comencemos con los tópicos, es así. Y hay quien lo soporta, y quien se empeña en decir lo que hay hacer, porque ahora todos sabemos lo que no supimos que había que saber cuando había que saberlo.

Habrá, pues, que apostar por el nuevo técnico. Ese a quién ya se le ha avisado que su objetivo es el mismo que se le exigió a Manzano y no consiguió: la Champions League.

Yo, desde ya, sea o no sea Marcelino el timonel de mi barco, estaré con él o con quién le toque manejar semejantes riendas. Se trata del SFC.

Seá usted bienvenido y gracias por el esfuerzo de dejar tirado a otros (como ya hicieron con nosotros) para estar con los de Nervión.

Sólo nos queda volver a los remos.

¡Buena travesía a todos!