Cuenta la historia de las tentaciones y sufrimientos que hubo de sufrir el Santo Job por culpa de un Satanás una miajita pesao.
Y el Santo aguanto cuanto pudo que lo fue todo.
Y en esas andamos por estos lares. Manzano nos tiene a lo que le surja: jugadores dispuestos en bandas que no son las suyas; estrategias ante equipos a los que hacemos grandes apenas saltan al césped; recursos a destiempo a canteranos a los que sobrecarga de una responsabilidad que ni les corresponde ni tienen porque asumir a toda prisa y a última hora; situaciones favorables por derrotas de nuestros rivales, que hemos desperdiciado en tantas jornadas que nos hubiesen alzado a los puestos que hoy vemos en lontananza, como si nos fuesen ajenos.
Eso y mucho más es lo que el sevillismo ha tenido y sigue teniendo que ver, sin saber qué SFC se va a encontrar en el Ramón Sánchez Pizjuán o en los monitores de televisión.
Y ahí sigue, seguimos el sevillismo, con el SFC caiga lo que caiga, venga quién venga, se vaya quién se vaya. Y, entre todos, el Gol Norte, los Biris. Lo de ayer con 4, 5, 6 goles en contra fue de mamazo para sevillistas y no sevillistas. Ni un paso atrás, banderas siempre en alto, escudos en el pecho y pies plantaos en su grada hasta que sobre el cesped ya no quedaba ni el tato.
¿Paciencia? ¡NO, AMOR! El mismo amor que Job profesó por su Dios, los Biris expresan y viven en cada hálito que llega a sus pulmones por su única razón de ser: el Sevilla Fútbol Club, por encima de entrenadores, de jugadores, de directivas propias, nacionales y europeas. Todos pasarán. Ellos no. Ambos están inextricablemente unidos. Su jobianismo sevillista no ha de pasarnos nunca desapercibido ni a nosotros, ni a quienes gestiona en cualquiera de su formas lo nuestro: el SFC.
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